La crema de cacahuete es un producto típicamente americano. Y como muchas de las cosas que hemos importado aquí, se encuentra este alimento.
Me voy a centrar en dos variedades, la primera, versión española, manufacturada por el grupo Antiu Xixona para Hacendado. De textura homogénea y compacta, color marrón uniforme y con una consistencia similar a la nuestra patria Nocilla. La manera de degustarla idónea es como bocadillo, dos rebanadas de pan de molde, como mandan los cánones. Mi sugerencia es no cargar demasiado la rebanada, una fina capa es suficiente. Un exceso resulta empalagoso. El sabor es muy agradable, se aprecia sin equívocos el cacahuete tostado con regusto dulce.
La otra variedad degustada está disponible en supermercados Lidl, presentada en un envase con mucho más encanto, con una estatua de la Libertad en la etiqueta. En este caso, la crema viene descrita como “crunchy” en el envase, crujiente, para que nos entendamos. En este caso la crema no es homogenea ya que lleva incorporados trocitos de cacahuete, su textura es menos atractiva por la existencia de los trozos, el que parezca un mortero de encofrador no debe alarmarnos en absoluto. Se extiende sobre el pan con facilidad, el sabor es más contundente, regusto tostado y dulzón, acentuado cuando masticamos los trozos de cacahuete.
Y para que nos entendamos: aproximadamente 30g (lo que te sueles poner en una rebanada de pan) de este crema contienen 176.7 Kcal, lo que supondría un 6.86% de la energía que una persona de entre 30 y 50 años (2575.98 Kcal) necesita ingerir en un día.
Por tanto con 437,3 g (un bote tiene 500g) de esta delicia ya no necesitarías comer nada mas al día, además ingerirías la nada despreciable cifra de 2,12 g de de sodiol al día y casi el triple de la grasa (218 gramos) de la que necesitarías ingerir en un día.
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